Cuando todo lo que tienes te sobra, tienes lo suficiente como para saber realmente que es lo que necesitas.
Ese es el pensamiento que tengo ahora.
Os pondré en situación estoy sentado en un enorme sillón orejero, frente al chisporroteo crepitante del fuego de una gran chimenea que calienta el salón las estanterías están llenas de libros, libros que jamas leeré, prefiero poder presumir de que están en mi poder. En mi mano derecha sostengo una copa de fino cristal, con tres hielos y una basta cantidad de un liquido dorado, es ron envejecido en barrica de roble, tiene un sabor especial, un amargo intenso acabado en un dulzor que queda pegado en la lengua y el paladar, cada sorbo que le doy es un placer para mis papilas gustativas, justo en la mesita otra fina copa de cristal en la que flotan dos hielos en un liquido cristalino, es agua, de la cual disfruto a sorbos cortos y me deleito con su insipidez, es perfecta.
En la privacidad que me proporciona el personal de servicio y limpieza, me evado de vuestra realidad y divago entre mis pensamientos: vivo solo, tengo todo lo que cualquier otro hombre pueda desear; personas a mi servicio; invitaciones a las fiestas más exclusivas con la gente más exclusiva; los mejores coches, aunque ni siquiera los conduzco, mi chófer debe sentirse muy afortunado; vacaciones en los mejores lugares, paraísos terrenales. Tengo tanto como se pueda uno llegar a imaginar, tanto y un poco más. Pero es ahora que me doy cuenta, mientras bebo de mi agua, ya se me acabó el ron, en mi sillón, esta todo muy bien, todo el mundo me envidia y sin embargo yo... yo no soy feliz.
¿De que sirve tener tanto si no tengo a nadie con quien compartirlo? después de tanto tiempo y no encontré con quien compartir lo que tengo, no tengo a quien dejarle mi herencia cuando fine.
Son muchos años teniéndolo todo. Todo excepto la felicidad que da el amor, ha llegado ya la hora, la hora de decir adiós.
GRACIAS.
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